Hace unas semanas me acerqué con mi familia a una de las playas más bellas que conozco: Barra en Pontevedra. Además de un entorno natural increíble, Barra tiene también la peculiaridad de ser una playa nudista. Según estábamos llegando miré a mi marido y le dije: «¿se lo explicas tú o se lo explico yo?». «Ni se van a enterar»-me contestó- «no le des importancia». En casa no hay ningún tipo de tabú respecto al cuerpo desnudo, así que pensé que tal vez tuviese razón.

Una vez bajamos a la playa, os puedo decir que sí se dieron cuenta, y nos lo hicieron saber además con risillas y un tono demasiado alto. Sin embargo, en cuanto les dijimos que en aquel entorno no era necesario que llevasen bañador, quedaron tan encantados que rápidamente se despojaron de dicha prenda tal cual una losa pesada, pareciendo abrazar el verdadero significado de la palabra libertad.

Sentada ya en la arena disfrutando al ver cómo jugaban mis dos peques me puse a pensar en por qué yo no era capaz de dar ese paso hacia la desnudez total cuando a ellos les había llevado menos de diez segundos…

Y sin quererlo comencé a fijarme en la gente que paseaba por la orilla. Aquello no era ningún desfile de cuerpos perfectos, de medidas concretas o tallas establecidas. Todo tipo de personas de todo tipo de edades paseaban por la arena libres de complejos y tabúes. Nadie parecía juzgar a nadie por no acomodarse a lo que las leyes de la belleza dictan como «óptimo» o «correcto» hoy en día. Sin embargo, el ambiente que se respiraba en esta playa era el del respeto, la naturalidad, la tolerancia…

Porque en realidad, si lo pensamos bien, el cuerpo no deja de ser un simple envoltorio de lo realmente importante: el alma. ¿Acaso la gente gorda, con celulitis, sin una pierna, calva o llena de arrugas es siempre menos feliz que la delgada, estilizada y de piel de bebé? En absoluto. Tu cuerpo no debería actuar sobre tu estado interior, aunque sí es cierto que a veces el estado interior acaba reflejándose en el envoltorio.

«Tenemos la gran responsabilidad de educar cuerpos con alma, cuerpos que sean amados y cuidados por sus dueños, pero que sobre todo contengan almas felices y no frustradas»

A pesar de ello, la industria de la estética y la belleza nos quiere convencer de que esto no es así, como si  el envoltorio «perfecto» escondiese al alma perfecta, feliz hasta las trancas…

Por eso ya es hora de que nos demos cuenta de que el cuerpo 10 es aquel cuerpo que se siente plenamente amado por su dueño o dueña. Un cuerpo amado recibe cariño, cuidados, respeto… Así que ama a tu cuerpo para que te lleve lo mejor posible hasta el fin de tus días, una bella reflexión que también fue compartida recientemente en este emocionante post.

¿Acaso creéis que la atleta Alexa Moreno no ama su cuerpo? Puede que no encaje en lo que se espera sea el cuerpo de una gimnasta, pero no cabe duda que su dueña lo ama con locura o no estaría compitiendo en las olimpiadas de Río 2016 como representante de su país. Orgullosa tiene que estar. Alexa sí debe de tener un cuerpo con alma, y no un simple envoltorio…

Esto también nos lo cuentan en el el proyecto «Underneath We are Women» que quiere decir «Por debajo somos Mujeres» de la fotógrafa Amy Herrmann.  En él Amy nos muestra a cien mujeres con todo tipo de cuerpos y la única misión de educar a la sociedad sobre cómo el envoltorio no ha de estar por encima del alma.

Este proyecto se centra en las mujeres, pues somos nosotras casi siempre los objetivos principales en cuanto se refiere a cumplir unos estándares determinados de belleza… Os dejo por aquí también el enlace de su proyecto por si os apetece participar en la campaña que están llevando acabo desde kickstarter: http://kck.st/2b7VnTr

Solo puedo decirte que si no ves belleza en estas fotos, no entiendes de belleza…

Underneath we are women

Por todo esto considero que las personas tenemos la gran responsabilidad de educar cuerpos con alma, cuerpos que sean amados y cuidados por sus dueños, pero que sobre todo contengan almas felices y no frustradas.

Eduquemos cuerpos con alma