Guapa-tonta. Fea-lista. Gorda-simpática. Vieja-aburrida. Joven-poco preparada. Mayor-poco válida….

Y así podríamos seguir un buen rato. ¿Os suenan verdad? Estereotipos sobre las mujeres, que muchas veces buscamos tanto que acaban cumpliéndose. Ya nos lo recordaba ayer nuestra querida Pilar Jericó en su último artículo publicado en el País titulado: «Por qué pensamos que Marilyn Monroe era menos inteligente que Einstein». En este artículo Jericó nos recuerda una simpática anécdota que tuvo lugar entre  la propia Monroe y el gran genio Einstein:

“¿Qué dice, profesor, deberíamos casarnos y tener un hijo juntos? ¿Se imagina un bebe con mi belleza y su inteligencia?”. Einstein esbozó una sonrisa y le contestó, muy seriamente: “Desafortunadamente, me temo que el experimento salga a la inversa y terminemos con un hijo con mi belleza y con su inteligencia”.

¿Por qué la belleza física y la inteligencia no se asocian?

Este es un estereotipo que todos hemos interiorizado. Una de las causas es que la gran mayoría de las mujeres bellas o atractivas visibilizadas en los medios en el pasado eran siempre de escasa inteligencia de manera natural. Una miss parecía no poder ser lista al mismo tiempo. Y en el caso de tratarse de mujeres bellas e inteligentes nunca debían parecerlo. Ser tonta, inocentona, y frágil era mucho más «femenino y atractivo».

De hecho la mayoría de las películas que muestran el arquetipo de mujer «tonta» o «vacía», no suelen escoger a una poco agraciada precisamente. Y si es rubia, pues ya mucho mejor. Rubia y guapa=tonta.

Portada de la película «Legalmente Rubia» con Reese Witherspoon

Inteligentes sí, guapas por supuesto.

Hoy en día nos creemos que por fin hemos evolucionado. La televisión también tiene espacio para mujeres inteligentes que son a la vez tremendas bellezas. Pero… ¿es esto un verdadero avance? Es decir, la imagen es primordial, entiendo que alguien que tenga los dientes torcidos no sea muy agradable a la vista (y sin embargo recuerdo algún que otro periodista que sí los tenía), pero de ahí a que sea indispensable una melena maravillosa, unos ojos grandes y rasgados, unos pómulos marcados y unos labios carnosos… Eso por hablar solo de la cara, claro.

Nunca nadie habría pensado que Marilyn podría tener mayor coeficiente que Einstein y sin embargo sí lo tenía. Dicho esto el CI no es la única vara para medir la inteligencia de una persona, pero sí nos puede dar unas pistas. Ideas como que la señora Monroe tenía algo más en su cabeza que «pajaritos». Tal vez  Einstein y Marilyn tuviesen en común más de lo que los dos y el resto del mundo jamás hubiéramos pensado. Solo hay que ver la siguiente ilusión óptica entre los dos… ¿Vosotros qué decís?