Este año va a ser algo diferente, y el día de la madre me lo voy a dedicar a mi

Todos los años cuando llegan estas fechas celebro lo maravillosa que es mi madre, lo orgullosa que estoy de ella, lo mucho que significa para mi, lo duro que tuvo que ser convertirse en madre en su época, y un sinfín más de razones por las que tiene que existir un día, en el que recordar lo afortunados que somos, de que una mujer haya decidido darnos la oportunidad de disfrutar de la vida.

No sé muy bien por qué, tal vez porque cumpliendo cuarenta quiero celebrarlo todo, o simplemente porque sí, porque me apetece gritar al mundo que soy madre, y punto.

Nunca tuve muy claro qué quería hacer con mi vida, tantas opciones por disfrutar…; ser piloto, astronauta, surfera, ciclista, actriz, jugadora de la NBA (nada de WNBA), cantante (con esta voz de camionero), misionera (a los nueve años en un colegio de monjas era “supercool”), escritora, periodista, etc, etc, etc.

Pero si hay algo con lo que he soñado desde siempre es convertirme en madre...

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Foto IMCREATOR (CC BY-NC-SA 2.0)

Casarme o tener pareja tuvieron sus momentos importantes en mi vida, no lo voy a negar, esos en los que crees en el “amor romántico” de un príncipe que te salve (no sé de qué, porque acabé salvándome siempre yo solita, cuando no me tocó salvarlo a él también), pero estos deseos solamente fueron fases, pues casi llegados los treinta el amor seguía decepcionándome. Sin embargo, lo de ser madre era algo que llevaba muy dentro, algo inherente a mi, imposible de separar de mi persona, y ahora entiendo por qué.

El ser madre hace que casi todos los días me despierte con unas ojeras de caballo, aunque ninguno por salir de fiesta, y que mi running se haya vuelto un poco slow-fast-stop-up-downwalking detrás de mis hijos. Mi pasión viajera traza ahora rutas entre parque y parque, tal vez buscando algún tesoro escondido, y mi amado rincón de lectura rezuma literatura infantil tal cual una fiesta de colores y texturas.

¿Y sabéis qué? Me da exactamente igual. No me importa acudir a una cita de trabajo con mocos en el hombro de la americana, porque me recuerda que mi hijo está acatarrado, y me da igual que me digan que huelo a colonia de bebé porque es de darle mil abrazos a mi hija. No me importa que me llamen señora por ser madre, porque si esa es la causa, me siento toda una señora de pies a cabeza, y ya no me da vergüenza hablar por mi teléfono móvil de última generación con la pantalla rota en añicos, porque detrás de las grietas puedo ver la foto de mis peques y recordar (ahora ya sin enfadarme) el día en el que lo lanzaron por los aires.

madre con bebé

@AlbaRealkiddys haciendo lo que más le gusta, ser madre

No me desperté una mañana, y ¡tachán! un hada me convirtió en madre. Para mi, ser madre, al igual que ser maestra, siempre ha sido mi gran vocación.

Es curioso pero muy cierto, el modo en que lo material pierde toda la importancia del mundo cuando eres madre, y un simple gesto, como un tierno beso de una parte de ti, se convierte en el tesoro más anhelado… cada día de tu vida, y todos los días de la misma.

Por eso… ¡Feliz Vida de la Madre!

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