En la era de la información, ya no hace falta que enseñemos contenidos, sino que enseñemos a aprender contenidos. La competencia de aprender a aprender es probablemente la base de todas las competencias. Y en ella no solo reside el principio de obtener información de calidad, sino el hecho de ser capaz de analizar esa información de manera coherente y crítica.

Pero para llegar a este punto en el cual nuestra juventud sea capaz de ser crítica con lo que lee, lo que le escucha, o incluso con lo que les enseñan en sus centros educativos, necesitamos haber creado con anterioridad una base de pensamiento crítico en nuestra infancia. Al igual que la creatividad, también trabajada desde nuestro blog, el pensamiento crítico es innato. Los niños y niñas están llenos de preguntas y de curiosidad. Sus mentes quieren saber, necesitan respuestas y por eso no dejan de interrogarse sobre el mundo que les rodea.

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Sin embargo, según van creciendo, el número de preguntas decrece, y la curiosidad también, hasta el punto en que solamente se dedican a digerir las ideas que reciben del resto de la sociedad, dándolas siempre como veraces. En este tipo de entorno, la creatividad brilla por su ausencia, y el pensamiento crítico parece no tener lugar. El evitarlo no solo es posible, sino que está en nuestras manos el poder hacerlo.

¿Cómo podemos fomentar el pensamiento crítico en nuestra infancia?

1. Escuchar activamente

Mucho se dice de enseñar a los pequeños a escuchar de manera activa, pero… ¿somos un buen ejemplo? ¿Escuchas a tu hijo cuando te cuenta ese detalle del parque que ha sido tan importante para él, o simplemente oyes y respondes algo así como…¡vaya!..?

Cuando tu hija te cuente algo, ponte a su altura, mírale a los ojos, y tócale mientras te lo cuenta. Eso SÍ es escuchar activamente. Tu ejemplo será crucial para que ellos también lo practiquen con el resto de su entorno. Esto les ayudará a recopilar información de manera respetuosa y mucho más eficaz.

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2. Responder a sus preguntas, e incentivar otras

No hay preguntas sin sentido en un niño, todas las preguntas tienen un motivo importante. No dejes de contestar ninguna, o mucho mejor, incentiva su curiosidad con una nueva pregunta. Por ejemplo, si tu hija te dice: «Mamá, ¿por qué los elefantes tienes miedo de los ratones?»; en vez de dar una respuesta cerrada puedes primero decirle: «¿Tú por qué crees que eso es así?». De esta manera estarás fomentando su imaginación, y con ello su espíritu crítico. La próxima vez que vaya a preguntar algo,  tratará de imaginarse una o múltiples posibles respuestas, sabiendo que va a ser interrogada por ello. Crear diferentes respuestas a una situación es una estrategia fundamental para rebatir ideas con las que uno no esté de acuerdo en un futuro.

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3.No criticar sus respuestas

Una niño o un niño que siente que su respuesta nunca es la correcta, y que ha cometido un error al decirla, dejará de contestar por miedo a fallar. No destaques su error, en vez de ello formula una nueva pregunta algo más clara para que siga buscando respuestas. Tampoco taches su respuesta de no lógica, tal vez sea irreal y muy imaginativa, pero si la condenas estarás mermando su creatividad.

Si la pregunta a la cuál estáis buscando respuesta es por ejemplo: «¿Por qué todos los zapatos llevan algo de tacón?», y tu niño te dice que es para hablar más alto porque así tienes más altura, en vez de decirle algo así como: «¡Qué tontería», le puedes contestar: «Menuda respuesta más creativa, entonces si llevásemos tacón alto, nos podrían escuchar mucho más lejos». Y a continuación, repite la pregunta buscando una nueva solución, pero nunca diciendo que la anterior no tiene valor.

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4.Verbalizar nuestros pensamientos

Si nuestros hijos e hijas observan cómo tratamos de buscar diferentes respuestas, cómo desechamos unas y aceptamos otras, aprenderán a hacer lo mismo. Si pensamos en alto de manera crítica, les estaremos ayudando a adquirir estrategias con las cuales enfrentarse al mundo.

Os daré un ejemplo con un tema muy Realkiddys; los juguetes y el género. «He visto como todos los anuncios de muñecas se dirigen solo a las niñas. No entiendo que no haya niños en estos anuncios. Como si a los niños no les pudiesen gustar las muñecas. Si yo vendiese muñecas pondría a niños y niñas en un anuncio. De esta manera no habría ningún niño que pensase que las muñecas son solo para niñas».

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5.Transmitir humildad

Los grandes oradores han de ser lo suficientemente humildes como para desechar una idea, que hasta el momento habrían defendido con capa y espada, por otra que les parece más lógica, aunque no se les haya ocurrido a ellos. Si de repente te das cuenta que estabas en un error, no trates de ocultarlo, todo lo contrario. Expon en alto cómo estabas segura de que era así, pero ahora una nueva persona o idea te han hecho cambiar de opinión. De este modo le estarás dando nuevas lecciones a tus hijos; que hay que escuchar a los demás y tener en cuenta sus ideas con mucho respeto, que está bien cambiar de opinión si lo consideramos necesario, y que a veces hay más de una respuesta correcta para la misma pregunta.

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Con estas cinco ideas tan importantes ayudaremos a nuestras hijas e hijos a ser más críticos con todo aquello que ven, escuchan o leen. En una época donde la infoxicación domina al ser humano, ser capaces de analizar ideas y proponer otras nuevas será la competencia que distinga a los mediocres de los mejores.

 

 

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