Copilotos y empoderamiento femenino
Mi hija tiene 6 años.
El otro día me dijo que soñaba con ser mayor, con tener novio y que la llevase en moto. Es decir, soñaba con ser copiloto de su propio sueño, de su propia historia.
A su madre (o sea yo misma) le encantan las películas románticas, ¡son tan bonitas! Historias de amor con finales siempre felices. Historias en las cuales, por cierto, sea lo que sea que pase, ellas son siempre las copilotos. Y además les encanta. Se abrazan fuertemente a sus hombres desde el asiento de atrás, y se sienten a salvo, protegidas, felices.
Fotografía de Karen Warfel en Pixabay
Roles y estereotipos de género aprendidos
Bien, pues me he pasado todo el verano analizando este tipo de situaciones aprendidas. Sí, aprendidas. Porque cada persona debería pilotar su propia vida. Pero los hombres han aprendido que tienen que ser ellos los que piloten, los que ganen más dinero, los que escojan el ocio de la familia, los que digan a qué restaurante o camping se puede ir, los que paguen la cena si vamos fuera (aunque ellas paguen la comida y la ropa de los niños y gasten más), los que piloten sí.
Tengo una amiga que tiene una moto de agua. La moto es suya. De nadie más. Sabe llevarla perfectamente. No tiene miedo alguno. Sin embargo, cuando va con algún chico, ella pasa a ser la copiloto. Y además, estoy segura de que le encanta. Y le gusta porque quiere tener la historia de amor de las pelis. Quiere ser esa chica feliz abrazada a su amado que la lleva por el mundo. En las pelis ellas no van nunca delante (ni siquiera «al lado»), siempre van detrás.
Mi cuñada tiene un sueldazo y un cochazo. Todo de ella, todo currado, todo muy merecido. El otro día me dijo que estaba harta de escuchar a mi hermano diciéndole cómo tenía que conducir. Le dio las llaves y le dijo: «pues lo llevas tú siempre». Pasó a ser copiloto. Al revés suele ocurrir también, pero ellos jamás pierden «su puesto de piloto» en la vida.
Fotografía de Jim Wellington en Pixabay
Otra buena amiga mía, jugadora de basket como yo, me dijo un día que a ella le gustaban los chicos altos. Altos y fuertes. Todo ok ¿no? Pero a continuación me dijo que era porque con ellos se sentía más segura, más confiada, más protegida… Quería ser la copiloto de su vida llevada por un hombre fuerte que la protegiese… Como en las pelis…
Usamos sin darnos cuenta frases como «mi marido no me saca nada», «es que mi novio no me lleva a ningún sitio», «ya podía llevarme a cenar fuera más a menudo»… Somos las copilotos de miles de historias en nuestras vidas. Y además, lo hemos asumido como lo orgánico, lo correcto, lo normal… Pero lo peor de todo, es que se lo estamos transmitiendo a nuestras hijas e hijos.
¿Cómo puede ser que con 6 años alguna niña quiera ser la copiloto de algo???? ¡Deberían estar soñando con ir a la luna!!!
Pero claro, ninguna de las protagonistas de sus cuentos, pelis o series quieren llegar al espacio. Ellas son adolescentes que quieren maquillarse, estar guapas, e ir de copilotos con el chico mono de la clase…
Nosotras, madres feministas tan modernas y cool, les decimos a nuestras niñas que pueden llegar a donde quieran. Pero el resto del mundo les está contando a dónde deberían llegar siendo mujeres, y te aseguro que ello no abarca el 100% de las opciones. Les decimos que pueden ser las protas, cuando nosotras seguimos siendo copilotos.
Sé que tal vez pienses que es tarde, que con tu edad ya no llegas a un cambio, que el mundo siempre ha sido así. Pero que siempre haya sido así no quiere decir que esa sea la manera correcta de ser. No hace falta que des la vuelta a tu casa o vida de la noche al día, pero sí que reflexiones en cuántos detalles eres la copiloto y en cuantos pilotas tú. Y si la diferencias es abismal, es que algo no va bien.
Les decimos que pueden ser las protas, cuando nosotras seguimos siendo copilotos.
No te equivoques. Yo, no soy ningún ejemplo. Probablemente no sea menos copiloto que tú. Pero sé que muchas cosas no están bien y sé que quiero cambiarlas. Sé que lo justo es que pilotemos nuestras vidas y que nadie tiene que tener la responsabilidad de pilotar la tuya únicamente por ser hombre. Eso es una responsabilidad que cae sobre ellos, que aunque otorga muchos privilegios, también pesa y no es justa.
Fotografía de Kevin Jarett en Pixabay
Así que cada día que te levantes recuerda la siguiente frase:
La vida pasa demasiado rápido para ser el personaje secundario de tu propia historia.
No seas nunca copiloto de tu propia vida.