Llega la semana grande del carnaval. Esa en la cual nuestros peques van disfrazados al cole. Esa en la cual mamás y papás nos volvemos locos buscando atuendos y planeando qué hacer con los peques en las fiestas (sobre todo, los que tenemos como no lectivos los días de carnaval).
Lo mágico del carnaval.
El carnaval es probablemente una de las fiestas más bonitas y divertidas para cualquier niño. Es un momento para soñar, para convertirte en lo que quieras o en quien quieras ser. Si pudieses ser un animal ¿cuál serías? Si pudieses convertirte en una científica famosa ¿en quién te convertirías? Si pudieses ser un superhéroe ¿quién te gustaría ser?
Pues lo realmente mágico del carnaval es que puedes convertir tus sueños en realidad. Es esa época del año en la cual es posible soñar lo que quieras porque, en teoría, nadie te puede decir que no. Después de todo es un simple disfraz, ¿no? Pues lamentablemente esto no es así. Y no es así porque desde pequeños vamos enseñando a nuestros hijos a dejar de soñar.
Lo feo del carnaval. Estereotipos en los disfraces
Desde sus primeros carnavales, les enseñamos a disfrazarse según nuestra versión «correcta» del mundo. Si eres niña has de disfrazarte de algo femenino o «de niña». Si eres niño de algo masculino o «de niño». Punto pelota. Ellas princesas y ellos superhéroes. Ellas esperan y ellos las salvan… ¿No es este el cuento de siempre?
Los estereotipos de género siguen invadiendo a nuestra infancia día a día de sus vidas. Acabamos con los juguetes y nos metemos de lleno en los disfraces, donde todo sigue exactamente igual. Seguimos limitando los sueños de nuestros niños, sus aspiraciones, sus gustos, sus deseos, sus opciones. Seguimos eligiendo por ellos o dejando que otros lo hagan. Por eso el año pasado pusimos en marcha la campaña #soyquiendecide. Para que nadie decida por nuestros hijos, para que sean solamente ellos los que escojan sus juguetes, sus cuentos, sus disfraces… su vida.
Sin embargo, ahí siguen los estereotipos en los disfraces que nos repiten hasta la saciedad que él puede ser doctor, ella se quedará en enfermera (lo cual es fantástico si no es la única opción). Y además enfermera sexy, no una profesional de la enfermería. Nos cuentan que él es el piloto, el que lleva el avión, y ella la que sirve los cafés. Nos explican que él es el que juega, el activo, el líder… Y ella básicamente «el bello juguete».
Él es el que juega, ella básicamente «el bello juguete».
Y esta última frase, tan inocente en el mundo infantil, se vuelve una gran losa pesada sobre hombres y sobre todo mujeres en el mundo adulto. Le ocurre a las ejecutivas cuando quieren intervenir en las reuniones. Le pasa también a las actrices cuando piden el mismo salario que sus compañeros de reparto. Lo vemos cada día en ese telediario o programa de televisión donde la profesionalidad de ella se esconde detrás de un bello rostro y cuerpo, mientras que la de él sale a la luz con cada una de sus palabras.
Todos los disfraces infantiles de niñas nos muestran a niñas monas, maquilladas, con poses dulces o incluso sensuales. Los disfraces de los niños son mucho más profesionales, más serios. En ellos la belleza no es una premisa. En su mundo si eres un monstruo, un vampiro o un alien eres F-E-O. Lo normal ¿no? Pues las niñas irán disfrazadas de un «bello esqueleto».
Quiero que mi niña y mi niño disfruten de sus carnavales con locura. Mi niña quiere ir de princesa, de hada, pero también de astronauta y de Pipi Calzas Largas. Mi hijo quiere ir de Spiderman pero también de conductor de formula uno, de Minion y de mejicano. Porque existe mundo más allá del rosa y del azul, de las princesas y los superhéroes y evitaré que se lo pierdan a toda costa. Solo me queda deciros…
Feliz Carnaval!!
No os olvidéis de echarle un ojo a nuestro libro de colorear de carnaval. Es una manera fantástica de dialogar con nuestros peques rompiendo estereotipos a través de los disfraces. Os dejo alguna imagen de su interior a continuación: