La independencia económica de la mujer. ¿Realidad o falacia?

Mujeres S.L.

Si ves las letras S. ó L. al lado de la palabra mujer, probablemente lo primero que te venga a la cabeza sea la talla de un vestido o un pantalón. Si estas le siguen al nombre de una mujer, hoy en día tal vez incluso pienses en una sociedad limitada. Pero hubo un tiempo, no hace tanto, en el que S. L. venía a decir algo así como “sus labores”.

Comenzaba de nuevo el año escolar y en aquel cole de monjas, no mixto por supuesto, cubríamos la ficha de alumna de cada una de las asignaturas para entregarle a la profe.

niñas en el colegio

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  • Profesión del padre: empleado, funcionario, empresario, …
  • Profesión de la madre: ???

-Seño!! Mi madre no trabaja, ¿qué le pongo en profesión?

Que no trabaja, ya… Solo cría a unos hijos, los lleva y recoge del cole, limpia la casa, lava la ropa, hace la comida, lleva la economía familiar con el dinero que le va dando su marido, se encarga de compras, médicos… Cierto, no trabaja nada de nada.

-Si no trabaja ponle S.L. , por “sus labores”.

“Sus labores”. Todo lo relacionado con el hogar son sus labores, “sus de ella” siempre. Pero solo en cuanto a labores y trabajo doméstico hablamos, claro. Porque aunque limpiar, planchar y cocinar sí sea “de ella”, la casa nunca lo será. Y aunque educar a los niños sea también labor de ella, en cuanto haya una separación es probable que él sí tenga dinero para pagar ese abogado y ella no. Y aunque los niños acaben con ella después de un divorcio, él seguirá marcando su nivel de vida con la pensión que le pase, y ella buscará trabajo fuera para unirlo a “sus labores”…

mujeres y sus labores

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Lo sé, parece que hablamos de la era prehistórica, pero yo tengo 45 años y esto ocurría cuando yo era pequeña. Repito, no hace tanto. Pero lo peor, es que aunque de manera más invisibilizada, esto sigue ocurriendo.

El poder absoluto en aquellos años era del hombre, que siempre era el cabeza de familia, el que “llevaba los pantalones”. Hoy en día queremos presumir de que esto no es así. La mujer se ha incorporado por fin al mundo laboral obteniendo independencia económica. Solucionado el problema entonces ¿no? Bueno, eso es lo que nos quieren hacer creer.

“Da gracias por todo lo que puedes hacer mujer, ya le hubiese gustado a tu madre, ya le gustaría a otras mujeres”

Efectivamente muchas mujeres afortunadas, yo entre ellas, tenemos que dar gracias. Gracias a todas las mujeres que lucharon como jabatas para que hoy tengamos la libertad de la cual gozamos. Pero ni un paso atrás, y siempre yendo hacia adelante, que todavía es necesario. Eso sí, la gratitud no es en absoluto opuesta a la lucha.

Piensa por un momento… ¿Quién sigue teniendo el sueldo más alto en la mayor parte de las familias? El hombre. Y este hecho, unido a una cultura patriarcal, parece proporcionarle un poder que va mucho más allá de lo económico. Si no, dale una vuelta a esto… ¿Quién decide sobre el ocio en tu casa?¿Quién marca el lugar de vacaciones, el tipo de hotel, cuánto días os iréis? En la mayoría de los casos será él, porque casi siempre gana más, y eso parece que le otorga en cualquier caso la última palabra.

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Y tú que has sido engañada por la sociedad porque además de trabajar fuera, sigues dedicándote a “tus labores” llegas a pensar que eso es lo correcto.

Tu marido “te lleva de vacaciones” (de hecho él conduce y vais en su coche que siempre es mejor que el tuyo).

Tu marido “te saca de fiesta” (expresión que te iguala a un animal al que sacan con correa para que haga sus necesidades).

Tu marido “paga cuando coméis fuera” (da igual que tú pagues la compra diaria, o la ropa y calzado de los niños o las actividades extraescolares, él gana más y decide dónde o cuándo coméis fuera, y cara al exterior “él paga, él manda”.)

Probablemente te estés viendo reflejada y hasta ahora ni siquiera te había parecido algo injusto… Comienza simplemente a darle una vuelta y aprender a ocupar y vivir tu espacio. Y no te sientas culpable por ello, solo actúa dentro de tus posibilidades para que tu mundo sea más justo e igualitario.

Para finalizar me gustaría compartir esta maravillosa cita de Rosa de Luxemburgo:

“Quien no se mueve, no siente las cadenas”

Yo no pienso dejar de moverme, ¿y  tú?

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