¿Están tus hijos sufriendo el síndrome de déficit de naturaleza?
Móviles, tablets, televisiones, videoconsolas… Pantallas, pantallas, pantallas. Nuestra infancia se encuentra inmersa en un mundo de pantallas desde donde se están perdiendo gran parte del mundo que les rodea. Y mucho de este mundo está en el monte, el bosque y la playa.
Cuando escuché hablar sobre este síndrome me llamó mucho la atención: “Síndrome de déficit de naturaleza”, ¿existiría tal cosa? ¿estarán realmente nuestras niñas y niños carentes de naturaleza? Para saber un poco más decidí investigar a fondo sobre tal síndrome, no fuera que mis peques tuviesen que ser vacunados contra una nueva enfermedad del siglo XXI.
¿En qué consiste el síndrome de déficit de naturaleza?
Este síndrome fue acuñado por el autor Richard Louv en su libro “The last child in the Woods” (2005). En dicho libro Louv se refiere a este síndrome como una situación de alienación respecto a la naturaleza que está haciendo mucho daño a las nuevas generaciones.
En realidad y a pesar de denominarse “síndrome”, el déficit de naturaleza es un estado que nuestra infancia vive cada vez con más frecuencia. En el pasado nuestros padres se mudaron a las ciudades pero afortunadamente muchos seguíamos yendo a la aldea los fines de semana para jugar a hacer cabañas, pisar cacas de oveja y ver quien era capaz de lanzar la piedra más lejos en aquel riachuelo.
Sin embargo, nuestros hijos ya tienen a sus abuelos en la ciudad con lo cual poco pueblo queda por visitar. A esto se le suma que cada vez están menos en el exterior. Del cole a las actividades extraescolares, que también son dentro de otra aula o gimnasio, y de las actividades al cole. En estos desplazamientos nuestros hijos además rara vez van andando sino que “son trasladados” en coches tal cual paquetes que hay que dejar y recoger continuamente. Y todo esto siempre corriendo: “¡que llegamos tarde!”.
El fin de semana suele además coincidir con algún cumpleaños, en parque de bolas ¡cómo no! Y si llueve entonces toca centro comercial donde tienen una sala (cerrada claro) para talleres infantiles. Si hace sol quizás vayamos a algún parque infantil. Esta vez sí en el exterior pero rodeado casi siempre por vías transitadas por multitud de coches. En nada estamos de nuevo en casa, de nuevo entre cuatro paredes .
Dentro de casa el aburrimiento es rápidamente saciado con la última app de “corta-el-pelo-pinta-uñas-lava-la-cabeza” o algo por el estilo. A veces también vemos una peli, o una cadena de series de dibujos que solo toca su fin cuando toca cenar…
¿Sufren nuestros hijos déficit de naturaleza?
Nuestros peques están la mayor parte de su tiempo “asfixiados” en interiores y NECESITAN SALIR AL EXTERIOR. Necesitan mojarse, mancharse, pasar frío, pasar calor, tocar, sentir y vivir la naturaleza. Y lo peor es que muchos de estos niños y niñas viven además en zonas rurales, es decir, no les debería resultar nada complicado disfrutar de su medio.
Pero no siempre ocurre así, como maestra que soy de un colegio rural podría asegurarte que gran parte de mi alumnado rara vez sale de casa a menos que sea para ir al cole. De hecho, muchos de los problemas de expresión y de relaciones que tienen gran parte de ellos está condicionado por su falta de vivencias. La típica pregunta de la asamblea o primera hora del lunes: “¿qué has hecho el fin de semana?” tiene muchas veces la misma respuesta: “nada”, “estar en casa”, “ver la tele”, “jugar con la tablet”…
¿Qué consecuencias puede tener para un niño el síndrome de déficit de naturaleza?
Muchas de las consecuencias de este síndrome están relacionadas con el estrés o la depresión y coincidirán también con aquellas consecuencias de un uso excesivo de las tecnologías, especialmente a edad temprana. Esto nos puede hacer pensar que un uso abusivo de las tecnologías suele estar conectado con una falta de experiencias en la naturaleza o viceversa. En cualquier caso, para darle una vuelta… ¿cierto?
Por mencionar algunas de ellas:
- la obesidad,
- el trastorno por déficit de atención,
- enfermedades respiratorias,
- hipovitaminosis D.
Repensar los espacios educativos
Numerosos estudios aseguran que la conexión con la naturaleza es fundamental tanto en el desarrollo cognitivo del niño como en su salud física y fisiológica. Es más, las propias escuelas deberían estar mucho más abiertas al exterior. Ya son muchas las que, como el centro donde yo trabajo, tienen huertas donde el alumnado puede aprender y ver cómo crecen determinadas plantas u hortalizas, pero esto sigue siendo insuficiente.
Repensar los espacios educativos debería ser un must en nuestro sistema. Tenemos que abrir las aulas al exterior para que el entorno forme también parte de nuestra tarea como docentes. Está comprobado que el aprendizaje en el medio natural es mucho más significativo y duradero que el percibido a través de un libro de texto sentado todo el día en un pupitre.
¿Qué puedo hacer como madre o padre para evitar este síndrome?
A pesar de estar hablando de un gran problema típico del siglo XXI, lo bueno es que tenemos la solución. Una solución, además, de lo más sencilla: “pasar tiempo con tus peques y no tan peques en entornos de naturaleza”. Tal vez no seas un fan del senderismo o la acampada pero para mejorar en esto ni siquiera tendrás que caminar demasiado.
Desplazarse a un entorno natural será suficiente, y a partir de ahí tu creatividad y la de tus hijos (que te aseguro aumentará si estas visitas son frecuentes) se encargará del resto. Pero si ves que te sientes extraño fuera del “asfalto” y no sabes por dónde empezar, no te preocupes. Hoy te voy a proponer un libro fantástico que encontré hace unas semanas para que no tengas ningún tipo de excusa.
“101 cosas para hacer con peques fuera”
Este es el título del libro escrito por Dawn Isaac (por cierto Dawn es como se dice Alba en inglés, ;)), un libro que te proporciona ideas geniales para llevar a cabo con ellos tanto en el monte, en la playa, como en tu propio jardín (si eres afortunado de tenerlo). Una vez comiences te aseguro que de 101 pasarás a 110, a 120 y a muchas más. Porque no son ejemplos complicados que jamás se te ocurrirían, sino todas esas cosas que hacíamos de pequeños y parecen habérsenos olvidado, ;).
Es más, te voy a proponer un pequeño reto. Yo también iré llevando a cabo con mis hijos las que más nos gusten e iré subiendo fotos tanto a Facebook como a Instagram. Me encantaría que tú hicieses lo mismo y te propongo usar el hashtag #Realkiddysenlanaturaleza. Porque Realkiddys va de niñas y niños auténticos. Y vivir conectado con la naturaleza no va de sexos o géneros, sino de autenticidad.
También puedes ver el contenido en vídeo si es que eres más visual, ya sabes, ;).
Si te ha gustado este post, recuerda compartirlo e invitar a tus contactos a participar en este precioso reto que ahora en plena primavera adquiere aún más sentido.
Por una infancia auténtica, por una infancia Realkiddys.